Hidratar la piel es esencial para mantenerla saludable y protegida; es uno de los órganos más grandes que tenemos y es el primero en manifestarse cuando algo a nivel interno no está funcionando correctamente, como también podemos apreciar un aspecto saludable a través de ella cuando ocurre lo contrario.
La hidratación permite un correcto funcionamiento de la barrera protectora de la misma y ayuda a mantener su salud.
Aproximadamente el 70% de nuestro cuerpo está conformado por agua. Con el paso del tiempo algunas funciones de nuestro organismo se enlentecen y algunos procesos que antes funcionaban de forma natural y óptima, ahora requerirán de mayor cuidado y necesidades. Esto permitirá estar saludables y acompañar adecuadamente este proceso involutivo que es natural para todos.

La piel es uno de los órganos más grandes de nuestro cuerpo y es el primero en manifestarse cuando algo en nuestro organismo no está funcionando correctamente.
Con el paso del tiempo la piel va disminuyendo su producción natural de lípidos y por consecuencia la capacidad de retención de agua y humedad. Es por esto que es sustancial hidratarnos a nivel tópico aparte de en el consumo diario de H2O: es primordial tanto la hidratación interna como externa.
Una piel hidratada previene afecciones, opacidad, sequedad, permite que la barrera protectora de la misma funcione adecuadamente haciéndola más resistente a daños externos como pueden ser la radiación uv, la contaminación ambiental, agentes irritantes, etc. A su vez, promueve una mejor y mayor cicatrización de la misma ya que cuando se encuentra hidratada aumenta su capacidad de regeneración y reparación.
Se ve luminosa, saludable, flexible, con un aspecto de turgencia y tono uniforme. Se da así, un equilibrio natural entre los lípidos y células que la componen, previniendo distintas reacciones no deseadas y permitiéndole su óptimo funcionamiento.
Dependiendo el biotipo cutáneo (tipo de piel) será el tipo de hidratación o humectación que la misma requiera, pero es fundamental mantener una constancia y rutina donde la piel reciba lo que necesita en cada momento. Se pueden utilizar cremas, lociones, serums, mascarillas hidratantes y bálsamos. Cada piel es un caso individual y por lo tanto requerirá de un cuidado específico, con componentes y principios activos acordes a la edad, estadío y necesidades de la misma, pero sí es igual a todas la necesidad de hidratarla y cuidarla de agentes externos que pueden dañarla.

En verano la piel está muy expuesta a distintos factores externos, como lo son la luz solar y el agua del mar, lo que hace que el cutis tienda a deshidratarse, perder luminosidad y adquirir una textura y tono poco homogéneos. Es por esto que en esta época del año nuestra rutina se modifica y utilizamos activos y texturas diferentes para lograr un equilibrio de la barrera protectora. Es imprescindible el uso de protección solar y su reaplicación en los tiempos indicados como además reaplicar nuestro hidratante favorito en caso de ser necesario.
Para finalizar, quiero recomendar el asesoramiento guiado de un profesional. Tanto la consulta cosmetológica como dermatológica es muy importante para informarse correctamente y obtener los mejores resultados en el proceso de cuidado de nuestra piel.